La pelea de cualquier reader a la hora de hacer una lectura en la energía es muy simple… hacer callar a su cabeza que, en todo momento le está diciendo “no es verdad, te lo inventas, no puedes ver…” y otras lindezas similares. De entre todas, hay una que a mí se me repite como el pimiento o el chorizo: “Eso se lo dirás a todos y a todas”, y es que toda lectura acaba con leer el deseo del corazón y… hay muchos deseos, pero hay uno que resuena frecuentemente y es tan claro que te parece obvio, difícil por simple y rotundo: deseo amarme a mí mismo/a.
“Ya”, dice la mente, “eso se lo dirás a todos a todas”. Amarse a uno mismo/a.
Pero es que ese deseo es tan complejo y tiene tantos aspectos que nunca es igual. Quizás esa es la clave de muchas cosas: qué significa en cada momento de tu vida amarte a ti. A veces amarte significa perdonar que, en muchas ocasiones, no sabes amarte. Amarte puede ser luchar a brazo partido por lo que crees y consideras que es tu esencia, pelear por tus metas, por tus objetivos; amarte puede significar rendirte también, aceptar que no sabes o no puedes; amarte puede ser pedir ayuda o dejarte llevar por aquello que parece sostenernos; amarte puede tener el matiz de dejar ir lo que consideraste tuyo y nunca lo fue, amarte puede ser el deseo de contener cada aspecto de ti, y de contener generosamente cualquier aspecto del otro, hasta el que juzgas más miserable y dejar de verlo como tal… amarte puede implicar amar a otros o amar tu soledad. Amar es, en ocasiones, sinónimo de conocerte.
Porque conocer lo que verdaderamente somos es, quizás, descorrer un velo que oculta la belleza infinita, la grandeza simple, el cantar de los cantares… conocer lo que somos es arriesgarnos a ser deslumbrados por el Misterio.
En ocasiones estamos en contacto con ello y sentimos una fuente inagotable que nos nutre y nutre a los demás, un río que fluye desde el corazón. Este río es el río que nos lleva y es eterno, inagotable. Pero, si esto es así, ¿por qué a veces no lo sentimos? Tal vez, porque estamos mirando hacia otro lado. Tal vez, estamos ocupados en una mentira, en una idea, en un concepto, en una “picture”. Nos ocupamos en creer que no somos suficiente, que algo no está permitido en nosotros o en los demás, en creer que estamos solos o que existe el fin de algo. Estamos ocupados en ver lo que nos aleja del amor para poder volver al amor. Y esa creencia que nos distrae, en realidad nos acerca y cuando caemos una y otra vez en ella, no es porque seamos idiotas, sino porque es un bloque de cemento que únicamente podemos disolver como el mar disuelve las rocas de la orilla y las transforma en la confortable y cálida arena: golpeándola repetidamente con las olas, a veces suaves y constantes, a veces en una galerna brutal y despiadada.
Lo único que podemos hacer cuando nos alejamos del amor es recordar que seguimos en el amor, aprendiendo sobre él y que la fuente existe, aunque no la sintamos por el momento, pero existe, sigue estando. Lo que es, es.
Respirar mientras dure la bruma. Aceptar que hay y habrá bruma y que, mientras estemos vivos sobre este Planeta que todo lo hace inmensamente real, la sentiremos intensa, ocupándolo todo, dándonos la oportunidad de ver la “picture”, el concepto, como con una lupa de aumento, sabiendo que se disolverá y tras la tormenta renaceremos nuevos, como niños recién nacidos. Iniciando un nuevo proceso de nacimiento, vida y muerte de lo que somos.
Todo es un ciclo, nada permanece igual. Tampoco la bruma, ni tan siquiera la fuente de amor que somos. Sentir que soy una experiencia de amor que no puedo ni imaginar porque aún no está inventada, me anima a seguir caminando. Sería una pena no dar oportunidad a la nueva experiencia, parar el parto porque hay dolor, porque hay contracciones…
Miro el huerto de naranjos que hay frente a mi casa. Podría seguir poniendo palabras a lo que siento para compartirlo con todos vosotros, no se me da mal. Pero prefiero sentarme al sol y oler el azahar y los jazmines que crecen cerca. Prefiero compartir con vosotros que hay naranjos, azahar, sol, jazmines… que no entiendo nada y al mismo tiempo, lo entiendo todo. Sentir la enorme gratitud hacia lo que verdaderamente soy, porque tiene la capacidad de conectarse inmediatamente con la fuente y dejarse llevar, dejarse mecer… os deseo jazmines y azahares, os deseo mareas y tifones, os deseo que os conozcáis mejor y os lo deseo por puro egoísmo:
Contadme la experiencia de amor que sois, porque es única y valiosísima, porque es el cuento de todos los cuentos y a mí, me encantan los cuentos.
Encarna de las Heras
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