Nos hemos educado y vivimos en un mundo que llamamos “civilizado” pero en el que la culpa, la crítica y el juicio, forma parte de nuestro día a día.
Todo ello sucede en una estela de castigos, donde consideramos que alguien merece algo malo por lo que ha hecho. Esto nos lleva a vivir de una forma sostenida por la inconsciencia de haber sido educados bajo este “código penal” que hemos ido desarrollando cada uno de nosotros.
En otras palabras, ya no nos damos cuenta de la cantidad de juicios, señalamientos y críticas que realizamos a lo largo del día; ni hacia nosotros mismos ni hacia los demás.
Una real pandemia de juicios inconscientes está detrás de la construcción de nuestro mundo interno y externo. Criticamos aquello que vemos como contrario, dañino, equivocado o injusto, sin apreciar que hay un nivel más detrás de la acción o de lo que podemos intuir como “motor” de esa acción que no aprobamos.
¿Vamos a construir así un mundo más amable?
Parece difícil que seamos capaces de fomentar el mundo que deseamos si nuestro diálogo interno no comienza a ser más comprensivo con nosotros mismos, y no desarrollamos herramientas para conectarnos a los demás.
“Nuestro código penal interno define cómo vemos el mundo y a los demás”
A eso le sumamos que vivimos en la era de los diagnósticos, síndromes y etiquetas. En el día a día me encuentro con personas que comienzan sus procesos personales informándome de la etiqueta que otro profesional (o ellos mismos) se han puesto: tengo depresión, soy celotípica, tengo insomnio, soy una persona altamente sensible…
Esto es útil siempre y cuando nos sirva para comprender y no para generalizar; para abrir la puerta a lo que cada persona vive específicamente y no para llegar a conclusiones globales.
La forma en la que interpretamos el mundo, cómo nos contamos nuestra vida y qué tipo de diálogo interno tenemos con nosotros mismos determinan nuestras emociones y, a la larga, condiciona nuestra acciones.
Para esa mejora, exterior e interior, he generado el modelo de la “Comunicación Evolutiva Consciente”, que de base he desarrollado y aplico en mis sesiones personales online y presenciales.
La CEC engloba el resultado de mi experiencia con cientos de personas de culturas diferentes en estos años, así como mi formación transversal internacional en diferentes corrientes y herramientas.
El modelo propuesto es un trabajo que parte del interior para generar mayor equilibrio consciente con nuestro propio estado, presencia, acogida e intención.
Desde el que buscamos “leer” la información que hay detrás de las palabras o acciones que pueden dañarnos, para desarrollar la habilidad de construir una comunicación empática capaz de generar una forma de expresión nutritiva.
“La CEC nos aporta una mejor comunicación interna y externa; con el otro y con nosotros”
No es inmediato; necesita trabajarse e integrar la habilidad.
No es eterno; necesita tener consciencia del proceso para no distorsionarnos.
No es mágico; hay que evolucionar y poner lo mejor de nosotros.
Pero sí que nos salva de nuestros propios castigos interiores y de castigar al otro, bien sean nuestros hijos, amigos, pareja… Nos evita generar comunicaciones vacías o que lleven al desencuentro. La CEC es una forma de tender la mano hacia la construcción de la felicidad y de nuestro lugar en el mundo.
¿Te imaginas un mundo en el que hubiéramos aprendido a comunicarnos con lo mejor de nuestro interior incluso en los momentos más difíciles?
De nosotros depende la construcción; asentarlo en los adultos y enseñarlo a los niños. Aplicarlo en nuestras emociones y en nuestra forma de ver el mundo.
Enseño la CEC tanto de forma privada individual, como en grupos privados y en talleres abiertos online que podrás encontrar en mi web y redes; además de aplicarlo en mis sesiones personales. Siéntete libre de contactarme.
Rubén Fornell
C/Historiador Clapés, 12 – Santa Eulalia del Río
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