Pensamiento, emoción, decisión, acción y resultado. Así funcionamos. Cuanto mejor sea la calidad de nuestros pensamientos mejor será la calidad de nuestra vidas. Por eso, es conveniente aprender a controlar y gestionar nuestros pensamientos.
El progreso llega cuando somos capaces de conocernos, de asumir la responsabilidad y de tomar acción.
Y es que, es mediante la acción que se materializan las ideas. Si nos quedamos solo en la intención, por muy buena y fantástica que sea, no se producirán los efectos deseados en nosotros y en nuestra vida.
Decía el sabio Jiddu Khrisnamurthi: “La acción más pequeña vale más que la intención más grande”.
¿Cuánto bien puede hacerte el hecho de conocer una técnica, un método o información, increíblemente efectiva, si nunca la pones en práctica? Es cuando actúas, cuando empiezan a pasar cosas. No puede haber verdaderos cambios sin acción. Al actuar, integramos las enseñanzas y los conocimientos. Al actuar podemos crear hábitos que perduren en el tiempo y podemos realizar cambios permanentes en nosotros. Debemos llevar a cabo esas acciones para que se manifiesten las ideas y las intenciones. Para que se hagan realidad. Para ello, es importante entender que el cambio es un proceso continuo. No es suficiente con realizar una acción, hacer un intento o aplicarte durante un día. Las nuevas acciones, que inicialmente requieren mucho esfuerzo, se convierten progresivamente en patrones habituales de comportamiento. La parte más dura de emprender acciones hacia el cambio es, precisamente, empezar. Cuanto más repitas una acción, más natural se volverá para ti, pero si nunca empiezas, nunca llegará a ser un hábito.
Una vez empiezas necesitarás constancia y para ser constante es importante la motivación. A diferencia de lo que mucha gente cree, estar motivado no es tener ganas. Eso es estar animado, estar motivado es tener motivos.
Y esta es la razón por la cual, a pesar de toda la información de calidad disponible hoy en día, hay tanta gente a la que le cuesta convertir ese conocimiento en algo palpable, en acciones prácticas y beneficios reales. No es ninguna sorpresa que hacer algo requiere bastante más motivación y voluntad que leer sobre ello. Ahí está la clave.
Para encontrar tus motivos hazte estas preguntas ¿Para qué hago esto? ¿Qué es lo que quiero conseguir? ¿Cuál es mi intención? Si tienes un propósito que te impulse, te anime y te guíe, actuar te será mucho más fácil y sentirás una mayor satisfacción.
Está en nuestras manos adoptar una actitud vital mucho más responsable, proactiva y emprendedora y potenciar nuestra capacidad de evolucionar como individuos y como sociedad.
Daniel Mariño
Life Coach – Master PNL
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