Entrevistamos a Andreu Moreno, escultor eivissenc

Hola Andreu, ¿podrías darnos unas pinceladas generales sobre ti?

Alguien del montón… con imaginación y tozudo.

Ibicenco de nacimiento, ¿qué sientes cuando miras la isla y ves su transformación?

Hay cosas que me gustan y otras que no, por ejemplo, no me gusta todo lo que se ha construido estos años atrás ni en el orden en el que se ha hecho. Por otro lado, me gusta que se está tomando consciencia y está empezando a cambiar la situación.

Te interesa el tema medioambiental, te gustan los retos y buscar soluciones a los problemas. ¿Cómo se reflejan estas tres cualidades tuyas en la empresa familiar que diriges «Ca Na Negreta»?

Me gusta mi trabajo porque es un cambio continuo en todos los procesos que hacemos y me permite utilizar mi imaginación, además, cuento con un equipo humano magnífico con lo cual es más fácil llevarlo a cabo.

Tu pasión desde niño siempre ha sido el arte, dibujabas y hacías pequeñas esculturas. Finalmente te decantas por la escultura y dejas de lado la pintura. ¿Cuál fue el motivo?

Siempre he dibujado desde muy pequeño, pero me gusta centrarme en la figura y no en el espacio que le rodea, por eso prefiero la escultura, es más precisa y concreta, me permite centrarme solamente en aquello que me interesa esculpir y darle vida.

Estudiaste en la escuela de oficios de Ibiza, te formaste como diseñador de interiores, trabajaste como carpintero 15 años, y aunque dejaste de lado la escultura, la pasión por esculpir siempre estuvo ahí. ¿No es así?

Eso es cierto. Igualmente, para ser sincero, creo que esculpir he esculpido poco. A mi entender siempre es muy parecido solo cambia la técnica. Con la arcilla o la pasta de moldear añades masa y la moldeas y con la madera vas desbastando. En mi caso, prefiero añadir más masa para poder desbastar, así puedo ir dándole forma poco a poco, ajustando esa escultura a lo que quiero en cada momento.

Pienso que cada uno de nosotros nace con un «don», una virtud y si no le damos vida, nos falta un trocito de nosotros mismos. ¿Estás de acuerdo?

Sí claro, completamente de acuerdo. Tenemos que dar vida a aquella virtud/ talento con el que hemos nacido. Vivir apasionado haciendo lo que realmente nos gusta y se nos da bien, sino, algo en nuestro interior nos dirá que nos falta “algo” para estar y sentirnos plenos.

Para ti, ¿esculpir es tu viaje a otro mundo? ¿Qué encuentras en ese mundo?

Lo que quiero, cualquier cosa… dejas volar la imaginación y te dejas llevar, sorprenderte. Cuando estoy en el taller puedo estar horas esculpiendo inmerso en este “mundo”.

Un día, en tu trabajo en «Ca Na Negreta», sucedió algo que hizo despertar tu parte artística adormilada. ¿Nos puedes explicar? ¿Qué te aportó aquel curso?

Un día vinieron dos personas a buscar metales a mi empresa para hacer bronce, me sorprendió, empecé a hablar con ellos y me apunté a un curso que hacían en San Miguel, uno era un hombre de nacionalidad india, en ese entonces era premio nacional de escultura en su país. Aprendimos y practicamos la técnica de la “cera perdida”, una técnica con más de 200 años de antigüedad. Me gustó mucho el curso y lleve a cabo mucho de lo aprendido. Igualmente, yo ya hacia escultura antes del curso con un escultor que se llama Ceballos, pero nunca lo había hecho en bronce.

Después de hacer tus primeras piezas de bronce la Asociación del «Ca lbicenc» (raza de perro autóctona de la isla) fue a buscarte con una propuesta.

En ese momento es cuando empecé a trabajar más. Comencé a esculpir más a menudo con el bronce y a coger mucha práctica.

Más adelante, recibes una nueva propuesta que es la escultura homenaje al «Ca lbicenc», por otro lado, el Ayuntamiento de Santa Eulària te pide también realizar las esculturas de los «fameliars» (seres mitológicos de Ibiza) ¿Qué significa para ti realizar esculturas sobre la cultura o tradición ibicenca?

Me atrae mucho el trabajar con temas de la isla, ya sean sus mitologías, o la raza nuestra de perro muy antigua o cualquier otra cosa. Siempre que pueda ayudar a “mi tierra” aquí estoy. Darle visibilidad a la cultura y tradición eivissenca es un orgullo para mí.

Surge el proyecto de la Galería PArt que fue una pieza clave para darte a conocer. ¿Cómo fue tu relación con ellos?

Fue fantástica, Patricia, la dueña, es un amor de mujer y es muy fácil trabajar con ella y con su equipo. Me ayudaron mucho en aquellos momentos dándome visibilidad y exponiendo mis esculturas al público. Además, me pidieron una serie de esculturas “podencos ibicencos” con la que disfrute mucho y quede muy satisfecho con el trabajo hecho.

En todo este camino como artista, ha estado y está presente tu compañero y amigo Andrés Lasanta. ¿Qué ha significado para ti su presencia?

Es con quien más he aprendido de escultura, además tiene una forma de ver la vida de la que muchos podríamos aprender. Es una persona excepcional.

¿Cómo te definirías como artista?

Muy simple, hago lo que me gusta y disfruto con ello, sino no tendría sentido.

¿Cómo entiendes la escultura y qué es lo que destacas de ella, para poder decir que es una buena obra?

Fácil, que la vea y me guste, que me diga alguna cosa, no soy de los que analizan solo la técnica y cada detalle. El arte es comunicar, es un lenguaje.

¿Qué «líneas rojas» tienes para negarte a hacer una escultura?

Solamente si no me gusta el proyecto que me proponen… no tengo más líneas rojas.

¿Cómo definirías el mundo del arte en la actualidad?

Hoy es más importante la imagen del artista que su obra en sí. Para mí no tiene mucho sentido, pero lo he vivido así, un lástima, la verdad.

¿Cuál es el mensaje que quieres hacer llegar a las personas a través de tu arte?

Depende de la escultura, cada escultura esconde detrás una historia, una idea, un mensaje. La ronda de Pacha, por ejemplo, antes de haber sido ultrajada, tenía siete perros, un número muy especial y significativo en algunas culturas, es el número de la transformación, del final de un ciclo. Ahora por culpa del gamberrismo solo quedan cinco perros.
Los podencos se supone que vinieron de Egipto y vinieron por mar, por eso está la mano abierta mirando hacia el mar. La mano significa también la isla, y está abierta en una posición no natural como si alguien la obligara a abrirse… esto representaría las últimas décadas donde estos perros son conocidos en todo el mundo.

Muchísimas gracias Andreu por este café y abrirte a nuestros lectores. Ha sido un auténtico placer conocerte y charlar, además de todas las risas que hemos compartido.

Gracias a ti Helena por este rato agradable conversando. Ha sido un placer conocerte y seguro que nos tomaremos otro café.

 

ANDREU MORENO

Escultor
www.andreumoreno.com

 

 

 

 

* Entrevista publicada en AARTI #98 Abril 2020

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