Estos son momentos de incertidumbre para todos nosotros y de eso no hay duda. Independientemente de que cada uno lo pueda experimentar de un modo diferente, debido a sus circunstancias personales, de lo que no cabe duda, es de que ninguno de nosotros está fuera del alcance del impacto del confinamiento y esta situación de pausa generalizada.
El territorio conocido se desdibujó sin que lo viéramos venir y esto supone mucho, demasiado tal vez, en todas las áreas de nuestra experiencia de vida. Caemos en la cuenta de que se extiende ante nosotros un futuro desconocido igualmente desdibujado.
Se ha puesto en evidencia, al perder nuestra zona de comodidad, que la situación nos exige más, nos pone en un movimiento de adaptación, al que cada uno de nosotros responde en función de los recursos internos que habíamos desarrollado. Podemos notar, además, que se activan en estos momentos, aspectos nuestros que no habían visto la luz. Nada es como era y no nos queda el recurso de fantasear con la idea de que todo vuelva a ser lo de antes.
Este campo abierto, también es ahora, el territorio en el que mucho de lo que estaba latente en nosotros se puede manifestar. Hay espacios vacíos, que ahora se llenan de iniciativas que no habían visto la luz por falta de tiempo, por excusas o incluso porque algo en nuestro interior nos instaba a esperar. Probablemente no sabíamos que estábamos esperando este momento en el que eso que queríamos llevar a cabo, iba a tener los receptores adecuados y es que nos hemos quedado sin lo de siempre, con muchas incógnitas abiertas, muy vulnerables, fuera de nuestra zona de confort.
Las semillas de lo nuevo germinan y presenciamos en nuestro espacio interior que somos más de lo que creíamos ser, tenemos más opciones que las que imaginábamos. Aunque, sin olvidar, que antes de sentirnos capaces de movernos en alguna dirección, pasamos por una etapa de parálisis y desorientación que pueden dar paso a una etapa incómoda en la que los temores y la ansiedad ocupan un lugar importante.
El conjunto de circunstancias a las que nos habíamos adaptado pasivamente y que ejercían un grado mínimo de exigencia sobre nosotros mismos, han desaparecido. Estamos fuera de nuestra zona conocida. Fuera de nuestra falsa paz, en la que los cambios quedaban excluidos y no había desarrollo de la capacidad de adaptación a lo nuevo.
Ahora podemos re-conocernos de nuevo y nos vemos empujados por las circunstancias a aventurarnos, enfrentando miedos y reubicando nuestros valores y prioridades entre mil cosas más.
Aparecen nuevas formas de sentir intimidad, sin tocarnos. Somos testigos de un crecimiento exponencial del uso de plataformas digitales para mil actividades. Nos surgen unas ganas tremendas de decir a nuestra tribu que los queremos y los necesitamos y mucha claridad sobre el hecho de que estamos interconectados. Los unos y los otros nos necesitamos por igual. La relación se vuelve una prioridad. De pronto todos hemos dejado de abrazarnos físicamente para pasar a abrazar nuestros sentimientos, sentirnos igualados por esos sentimientos que nos son comunes y poder colaborar con una mentalidad más abierta.
Un tsunami inesperado nos ha movilizado y no queda modo de negar aquello de lo que veníamos distrayéndonos. Cada uno de nosotros lo vive a su manera, muchos habíamos desarrollado mucha capacidad de adaptación, estuvimos construyendo nuestra “casa interna”, muchos a la carrera tratan de construirla ahora para poder habitarla en tiempos inciertos en los que la capacidad de asimilar el cambio es moneda en alza, otros en su ritmo gestionan la parálisis y está bien que así sea.
Toca re-encuadrarse a la velocidad de la luz y no hay posibles demoras, este salto fuera de lo conocido, nos ha dejado en nuestro ser esencial, bastante desnudos de esos muros de comodidad. Sólo eran escondites en los que vivir “la falsa paz”, que no era otra cosa que dependencia de factores externos que podían cambiar en cualquier momento. Ese momento es ahora, desarrollemos la confianza en nosotros mismos, una vez que quedó desmontada la fantasía de estar controlando algo y dejémonos inspirar por quienes tienen mucha práctica en esto, puede que los tengas cerca de ti y sean familia o amigos.
Nuestras relaciones son el Oro de esta Era.
Rocío Palacios
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