Lo que no se ve – Rocío Palacios

No hace mucho, en la consulta escuché: – Me pesa aquí – y me señaló a su corazón.

Yo había preguntado: – ¿En qué parte del cuerpo sientes eso? Al conectar con su respuesta me vino la memoria de esa larga época de mi propia experiencia de vida en la que vivir con ese pesadísimo medallón de hierro en el corazón, sintiendo la presión y la falta de aire era lo normal.

Recordé que vivía con ello sin ni siquiera darle más importancia que la justa y lo paliaba con respiraciones profundas en un intento de ir a contracorriente de lo que mi cuerpo contaba.

La sesión prosiguió y fuimos viendo cuál era su momento vital. El tema era una situación de uno de sus hijos. Como siempre lo que sucedía con este hijo sólo era la punta de un iceberg enorme. Los hijos miran lo que los padres silencian. Los padres silencian sin saber que lo hacen. Todos nadamos en piscinas de silencio, padres e hijos. Los padres aprendieron esta forma de negación de sus propios padres, es supervivencia. No es malo, en absoluto lo es, fue una forma efectiva de sobrevivir a lo que sucedió que no se pudo procesar fisiológicamente. Eso supone una carga  en el sistema nervioso que no ha sido liberada, eso tiene consecuencias de muchos niveles.

Y volviendo a la sesión, escuché lo que me contaba. Atendí con cuidado a lo que no se relataba con palabras y sin embargo si me alcanzaba. Hice las preguntas oportunas y salió a la luz el pasado de la segunda guerra mundial, me explicaba que “no pasó nada” porque “solo” vivían en un pueblo ocupado y no murió ninguno de la familia. Bueno, su padre estuvo prisionero pero al final no lo fusilaron. “Todo bien”. Ese es el relato que le quedó a ella, ese es el que me ofreció a mí.

Mi vehículo biológico de información (cuerpo) iba siendo un movimiento creciente, yo rastreaba las sensaciones silenciadas por la familia con ese “todo bien” en mi propio cuerpo resonando con el suyo.

Tristezas siempre presentes, incapacidades de disfrutar del instante presente por contrariedades internas y ambivalencias constantes, procesos somáticos, enfados irracionales, emociones desmedidas, suelen ser la punta del iceberg, la punta de aquello que no se ve.

Me regulé con ella, dimos espacio a otro nivel. Emociones, sensaciones, lo somático comenzó a moverse por su cuerpo también. Nos co-regulamos juntas.

Finalmente me preguntó:– ¿Cómo haces para escuchar todas estas cosas y tener aún una sonrisa?

Para mí es sencillo, mirar la herida, lo que no se ve,  es mirar por dónde entra la luz y esa es la que me hace sonreír. Esa es la respuesta.

Toda esta conversación no tendría interés si no fuese porque nos lleva al punto esencial, el cuidado de todas las personas que trabajan en el área de la ayuda, sea en el ámbito sanitario, los abogados, los asistentes sociales, bomberos, terapeutas, psiquiatras… la lista es inmensa.  En todos los casos tratamos con lo que se quedó congelado en los sistemas nerviosos de las personas con quienes trabajamos y no siempre contamos con herramientas, ni conocimientos que nos ayuden a gestionar. Si a eso le sumas que habitualmente hacemos el trabajo que hacemos porque nosotros mismos estamos disolviendo lo negado en nuestro propio sistema familiar, tenemos el gran tema, es la asignatura pendiente, esa que no se da  dentro de las formaciones, el reprocesamiento del trauma.

Necesitamos poner palabras a lo que vivimos cada día en nuestros trabajos, estamos en contacto con personas que están desorientadas, que no comprenden cosas que están escritas y bien explicadas, con seres humanos cuyos sistemas nerviosos sobrepasados colisionan con los nuestros. Perdemos la paciencia, aunque queremos tenerla. Algo va por delante de nuestra propia voluntad, algo sobre lo que no tenemos control. No nos entendemos, no entendemos nuestras reacciones, ni las de los demás. Lo hemos intentado todo pero nada funciona. Nada es como debería ser y corremos a lo siguiente sin gestionarlo.

Correr es huir. ¿Huir de qué? De todo lo que no se ve y a lo que le damos la espalda. Te diré que es justo eso lo que nos traen nuestros clientes, esos con quienes nos sanamos como uno solo. Es lo que surge en las relaciones íntimas también.

El camino hacia la resolución supone seguir educándonos, supone terapia y mayor divulgación.

A todos vosotros que venís a la consulta, a los grupos y talleres presenciales y online, os doy las gracias. Nadamos en la misma piscina y amamos lo difícil, amamos a los difíciles y salimos de las piscinas del silencio y la ceguera reforzados. El camino hay que caminarlo, mejor sin soltarnos unos a otros. Hablar no es suficiente, toca ir a las capas profundas de lo que el cuerpo almacena, aquello de lo que lleva la cuenta sin que se vea.

Una aventura hacia adentro en compañía de quienes abren espacios para descubrir nuestra habilidad de autorregulación natural. Al encuentro de lo que no se ve.

 

Rocío Palacios

Constelaciones Familiares · Encuentros Clases online · Seminarios · Sesiones · Viajes al silencio. Al servicio de que encuentres tu alineación con la Fuente y escuches el Amor como tu único Guía

693 298 767 (Whatsapp)
www.rociopalacios.es

 

 

 

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