Es muy difícil escribir para mí en este momento. Porque… de qué voy a escribir que no estemos hartos de hablar con los amigos, de leer en las redes, de escuchar en las tiendas. Si no hablas del temita en cuestión, pareces un “flipao”, que quiere vivir al margen de la realidad, soñando con unicornios que cagan arco iris o un loco que niega la mayor. Si escribes sobre el mencionado asunto… te repites más que el ajo. En fin… de qué quiero escribir… a ver…
Se fue todo al carajo… lo de antes no nos sirve… nada… pero hay un empeño por volver a recuperar lo anterior incomprensible y absurdo, aunque lógico… lo nuevo, ni siquiera es una realidad… sólo una teoría. En mi barrio vuelven a oírse el reggeton ruso que, con un volumen insano, se escucha en una de las casas de alquiler para turistas de lujo que se encuentra en los alrededores a todas horas del día. Se recibe con alborozo a los turistas y se presencia la brecha económica y social cada vez más grande. Mis amigos ricos o solteros miran con desprecio a los pobres que deciden vacunarse porque para viajar con tres niños tendrían que pagar cinco PCR y, si no eres residente… no hay alternativa… así que lo tienes chungo. Es fácil ser crítico con pasta en el bolsillo. Claro, podrías no viajar, pero me recuerda a los tiempos de mi infancia cuando tuvimos que dejar de ir al Mar Menor para veranear en un pueblo pequeñito de la sierra porque no había dinero, no ha cambiado nada.
Los famosos precios que tenían que bajar, no sólo no bajan… siguen subiendo y los trabajadores se pelean entre ellos por las migajas. Los inmigrantes son un gran peligro. Otra vez, la izquierda volverá a decir: “a mí no me representa nadie”. El fascismo más peligroso se frota las manos mientras la mayoría dice… todos son iguales… ¿En serio?
Los terapeutas no dan abasto porque el temita en cuestión nos ha dejado algo llamado “síndrome de la cabaña “ y los ataques de ansiedad se suceden por el pánico alimentado mes tras mes y la falta de expectativas no dan ninguna razón para salir de casa. Y en casa espera la pantalla amiga, el nuevo gurú donde se adoctrina on line y se nos dice que todo son ventajas, siéntate, ser humano nómada, ser humano que aprende caminando desde hace siglos, dejando que la vida fluya en tu cuerpo y te cuente cuál es tu verdad. Siéntate, dale el mando a tus ojos y a tu cabecita y deja que el cuerpo… se duerma.
Ostras… qué apocalíptica, nena. ¿Qué te pasa? ¿Estás deprimida?…
En absoluto… aquí seguimos… nuestra escuela… presencial… la colmena de las abejas donde vienen a repostar y a alimentarse, a encontrarse con otros. A reírse, a reírse mucho… aquí seguimos. El barco no se hundió… lo hemos traído hasta aquí y seguimos siendo una escuela de vida, para aportar herramientas, brújulas, mapas para volver al único que sabe… tú mismo.
Aquí seguimos y ahora ya sí que no me corto. Os invito a venir, a encontrarse, a ser críticos. No os engañéis, no vamos a evitaros estar en mitad de esta enorme plasta de vaca, ni os damos consuelo espiritual (no somos curas, ni líderes espirituales). Sólo os vamos a freír a preguntas para que no paréis de caminar. ¿Porque somos muy guays? ¡Qué va! porque esta es la forma de vida que nos encanta y como los actores… necesitamos público. Todos salimos ganando.
¿Otro mundo es posible? No sé, va a tardar, desde luego, pero mientras, lo que sí es posible es otra perspectiva, la tuya propia y encontrarse. Saber que no estás solo, porque no lo estás.
Seguir caminando, porque somos nómadas y tenemos que seguir viajando, encontrando miles de realidades en la forma que sea para que no llegue nadie a decir que los de este pueblo son mejores y que acabemos con los otros, que el sedentario físico o mental tiene la mecha muy corta y aquí cualquiera prende la hoguera de un lado o de otro.
Seguir caminando en grupos… como se ha hecho siempre… y eso, no me da la gana de cambiarlo.
Encarna de las Heras
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